Así es Collodi, el pueblo de la Toscana que inspiró 'Pinocho'

2022-10-02 12:01:23 By : Ms. Angela Yang

Dos películas sobre Pinocho (la de Robert Zemeckis con Tom Hanks como Geppetto y la de Guillermo del Toro) han rescatado la historia de la famosa marioneta escrita por Carlo Collodi. Es el momento perfecto para visitar la villa de la Toscana de la que Collodi tomó su apellido y en la que las aventuras de Pinocho tienen un papel primordial

Collodi es verdaderamente una localidad de cuento. Las casitas de este pueblo italiano de la Toscana se distribuyen como una cascada por una colina empinada, dándole al lugar un aspecto mágico. En lo más alto de la colina, una antigua fortaleza; en la parte baja, la majestuosa Villa Garzoni (propiedad de la familia Garzoni, una familia de gibelinos enfrentados a Florencia). Realmente, esta organización responde a un motivo militar: el pueblo data de finales del siglo XII y se situó de esta forma en la colina para protegerse de posibles ataques.

Caminar por sus calles es revisitar la Edad Media, ya que en parte el pueblo está intacto desde aquella época. Hay restos de varias estructuras fortificadas, incluso alguna de las antiguas puertas de la ciudad. La mejor vista de la zona está desde la iglesia de San Bartolomeo, en lo alto del castillo, de visita recomendada, como también lo es la joya de la localidad, Villa Garzoni, el lugar que nos empieza a hablar de la historia de Pinocho.

Fue en villa Garzoni donde el padre y la madre de Carlo Lorenzini, más conocido como Carlo Collodi, trabajaban. El autor de Las aventuras de Pinocho pasó la mayor parte de su infancia en Collodi, lugar donde vivían sus abuelos y donde había nacido su madre, normal que luego utilizara su nombre para ponérselo de apellido. La primera actividad literaria de Carlo estuvo en el ámbito de la prensa y fue precisamente en un periódico, Giornale per i bambini, donde empezó a escribir semanalmente las aventuras de la revoltosa marioneta nacida de un trozo de madera. Corría el año 1881. En 1883 se publicaría como libro.

El éxito de la obra Las aventuras de Pinocho puso en el mapa a la localidad de Collodi, por ser el lugar que le dio a su autor su famoso seudónimo. De ahí el nacimiento de una de sus mayores atracciones, el Parque de Pinocho, en 1956, un gran museo al aire libre situado en los terrenos de Villa Garzoni que sumerge al visitante en la obra de Pinocho. En este pueblo de juguete se fusionan la naturaleza, el arte y la magia.

Dentro hay atracciones, construidas antes de 1950 pero restauradas, en las que pueden subir los niños de 3 a 12 años. La más famosa es el Pescecane, en la que los niños pueden entrar y escalar. Hay talleres, teatro de marionetas (que permite a los niños jugar con los juguetes de madera de Geppetto), un museo interactivo de Pinocho, laberintos, un juego de la oca y un parque monumental.

El Parque de Pinocho propone un viaje por etapas para recordar la obra literaria a través de las obras de grandes artistas del siglo XX, como las esculturas de Pietro Consagra y el Gran Pescecane de Zanuso, que recrean algunos de los episodios del cuento, que este 2022 va a volver a ser llevado al cine por dos cineastas. Por un lado, Robert Zemeckis dirige para Disney+ una nueva versión del cuento con Tom Hanks haciendo de Geppetto (y con Chanel cantando la canción principal en la versión española). Por otro, Guillermo del Toro ha hecho su propia versión. 

Otro de los lugares especiales del recinto es la Piazzetta dei Mosaici, que conserva los mosaicos del artista Venturino Venturi.

El parque de Pinocho propone varias rutas de aventura en su interior: vuelos sobre puentes tibetanos, tablas de equilibrio, una tirolina suspendida sobre el río…Y hasta una visita a un velero tomado por corsarios. En mayo se celebra el cumpleaños de Pinocho en el parque, un momento ideal para visitarlo.

La entrada al parque cuesta 25 euros para adultos y 22 euros para niños e incluyen, además de la entrada al parque, visita al museo interactivo de Pinocho (un itinerario multimedia inaugurado en 2019 inspirado en los episodios más famosos de la novela de Carlo Collodi) y todas las atracciones (tiovivos, laboratorio, títeres tragafuegos, senderos de aventura), al Jardín Histórico Garzoni, al Invernadero tropical, a la Casa de mariposas y un taller educativo sobre insectos.

Otro lugar de la zona es visitado por todos los amantes del libro. Se trata de un centenario roble, también conocido como Roble de las Brujas (Quercia delle Streghe), en el que se cree que Collodi se inspiró para uno de los episodios más famosos del libro (y que no desvelaremos para no hacer spoiler).

El árbol se convirtió en monumento nacional en 2012 por su importancia para el patrimonio literario italiano e incluso aparece en los mapas de la OTAN como punto militar de referencia. Está situado a unos cinco minutos en coche de la villa de Collodi, a las afueras de la localidad de Capannori, su tronco mide más de cuatro metros de ancho y tiene una altura de 25 metros. 

El apelativo de Roble de las Brujas viene de la leyenda que lo vinculaba a ser punto de encuentro de brujas que bailaban y celebraban ritos junto a él. La leyenda cuenta que las brujas se montaban en sus ramas, lo que no habría permitido el pleno crecimiento de estas, dando al árbol su particular forma plana, con las ramas tan horizontales.

Visita imprescindible en Collodi, con su imponente y majestuosa fachada, sus tramos de escaleras infinitas, su cercano palacio de verano barroco…Y su precioso jardín. Dicen que el Jardín Garzoni es uno de los más bellos de Italia y es una síntesis entre la geometría renacentista y el carácter espectacular del barroco. El verde, las terrazas y las fuentes convergen en este oasis diseñado en el siglo XVIII por el arquitecto Ottaviano Diodati, aunque el jardín original fue creado en el siglo XVII junto a la villa construida por la poderosa familia Garzoni.

La atmósfera luminosa del jardín alcanza su cúspide en el área Bagnetti, donde las damas y los caballeros de la época podían chapotear y jugar entre espejos y laberintos verdes. Hoy se puede seguir jugando entre sus grutas, sus teatros tallados en setos, sus estatuas de criaturas mitológicas, sus bosques de bambú, sus invernaderos con pavos reales…

Un complejo sistema hidráulico alimenta las fuentes de este jardín en el que también se esconde una Casa de las Mariposas, un edificio-invernadero de cristal en el que se pueden admirar un millar de las mariposas más hermosas del mundo.

El autor de Las aventuras de Pinocho dio pie a una fundación sin ánimo de lucro que desde 1962 se dedica a promover la cultura en la infancia. Además de estudiar y conservar la obra de Carlo Collodi (en la Biblioteca Colodiana), la fundación posee y administra el Parque Pinocho, la villa y el Jardín Histórico Garzoni y la Casa de las Mariposas.

Los pueblos más bellos de la Toscana

Texto: Marta Copeiro del Villar

Muy cerca de Arezzo aguarda este borgo medievale hecho en piedra y encaramado en lo alto de una colina sobre el Alto Valle del Tíber. Su centro está atravesado por estrechas callejuelas, palacios señoriales, tiendecillas locales (especialmente de antigüedades y productos artesanos) y varios museos entre los que destaca el de Anghiari y su Batalla, donde se narra la historia de la localidad, la de su famosa batalla y la de la misteriosa pintura perdida de Leonardo sobre dicha batalla.

Dónde dormir. En el Hotel Meridiana, acogedor y ofrece buen precio, ubicación y excelente cocina.

Para comer. Más que dónde importa el qué. Su plato típico es el bringoli: un tipo de espagueti artesano que se acompaña con salsa de funghi porcini del bosque o con una salsa de ternera raza chianina. La ciudad forma parte de la red Slow y, como tal, todos sus restaurantes y trattorias son ejemplo de la buena cocina y cuidan mucho los productos de temporada.

No te lo pierdas. Pasear por la Antica Via di Ronda y recorrer su recinto amurallado.

Texto: Marta Copeiro del Villar

La isla de Giglio también cuenta con una de las localidades más bellas de Toscana. Un pueblo medieval construido en un recinto circular amurallado que corona lo alto de una colina con vistas al Mediterráneo. Posee restos etruscos y romanos, y en el bajo medievo pasó a ser refugio de paz de monjes cistercienses hasta que durante los siglos X-XII las familias dirigentes de Pisa construyeron el burgo y la fortaleza amurallada. De esta época data su Rocca Aldobrandesca, castillo que da nombre a uno de sus cuatro barrios, junto a los de Casamatta, Centro y Cisterna.

Dónde dormir. Nada más relajante que dormir en un hotel de época como el de Castello Monticello, situado en Giglio Porto y con vistas al mar.

Para comer. Las especialidades isleñas son la pasta y el pescado, y un buen lugar para probar cualquier sugerencia del chef es Il Grembo, situado en una de las callejuelas del casco histórico.

No te lo pierdas. Una visita a la iglesia de San Pedro Apóstol, desde donde se disfruta de unas vistas de infarto de toda la isla.

Texto: Marta Copeiro del Villar

De nuevo una fortificación que surge por su ubicación estratégica y militar se ha convertido en uno de los símbolos de la belleza arquitectónica toscana. Castrum Leonis, como se llamó en su época más remota, es hoy una pequeña localidad de piedra con una peculiar fortaleza –rocca– compuesta por tres torreones dueños de unas vistas privilegiadas de todo el valle de la Garfagnana, con el macizo de los Alpes Apuanos hacia el oeste.

Dónde dormir. El agroturismo con más encanto se llama Il Corniolo, donde se dedican también a la agricultura biológica de productos tan diversos como el farro, los nísperos, la lavanda y la miel.

Para comer. No se puede uno ir de aquí sin probar su polenta de castañas con cerdo, las necci (un tipo de focaccia hecha con harina de castañas) acompañadas de sus quesos típicos, así como los platos a base de funghi y trufa.

No te lo pierdas. Imprescindible pasear por el interior de su recinto amurallado, que es donde se condensa la esencia de este pueblecito de edificios y plazas renacentistas e iglesias como la de San Pedro y la de San Miguel.

Texto: Marta Copeiro del Villar

Buenos caldos DOC, tintos y blancos, cereales y aceitunas aliñan la visita de este delicioso pueblecillo asomado al valle de Cecina, que nada tiene que ver con el embutido leonés sino más bien con la fabricación de escudos. En su recorrido hay interesantes edificios como la Torre della Guardiola, los palacios de las familias nobles de Marchionneschi, Ridolfi y Guerrini o la iglesia de Santa María Asunta.

Dónde dormir. El agroturismo Fontemorsi, por sus vistas, su buen gusto en la casa y los productos que elabora, con excelentes vinos y aceites de oliva biológicos.

Para comer. La localidad es famosa por su pan sin sal, como manda la tradición toscana, con el que aderezan muchos de sus platos, en especial sopas como la de alubias, la de garbanzos o la llamada lombarda, con muchas verduras.

No te lo pierdas. Las vistas desde el Piazzale Castello, desde donde se pueden ver las islas Gorgona y Capraia y, con un poco de suerte, también un pedacito de Córcega, el cabo Corso.

Texto: Marta Copeiro del Villar

Este pequeño pueblo y su imponente castillo –símbolo del poder de los condes de Guidi– coronan una colina sobre el valle del Casentino. La fortaleza posee una estructura que recuerda al Palazzo Vecchio de Florencia, pues no en vano fue Arnoldo di Cambio quien le dio forma. Su característica más llamativa es la torre central y en su interior conserva espacios de interés, como la Biblioteca Rilliana, con manuscritos de gran valor y una capilla con importantes frescos.

Dónde dormir. En el agroturismo Poggio a Poppi homenajean al amor dedicando sus habitaciones a célebres parejas de la literatura y la historia, como Dante y Beatrice o Romeo y Julieta.

Para comer. El tortello de patatas –como un ravioli grande relleno de patata– es su plato típico, que se puede acompañar de diversas salsas con carne, setas, etcétera.

Consejo. Son típicas en Poppi, y en todo el Casentino, las prendas elaboradas con paño de lana, por lo que es el lugar para comprarlas.

Texto: Marta Copeiro del Villar

Es un pequeño pueblo de postal, con su iglesia, sus casas de piedra y sus tejados de teja roja. Santa Fiora se divide en tres secciones: Castello (la más antigua, con una plaza medieval, el Palazzo dei Conti Sforza, dos torres y algunos restos más de la antigua fortaleza de la familia Aldobrandeschi), el Borgo (con el Santuario del Santo Crucifijo, la piazzetta y el ghetto de los judíos) y Montecatino (la zona más nueva del casco antiguo, con la Peschiera, un precioso jardín con la iglesia de la Virgen de las Nieves y el manantial del río Fiora).

Dónde dormir. El agroturismo Le Citte es un establecimiento perfecto para desconectar y disfrutar de su entorno, a escasos dos kilómetros de Santa Fiora. Su cocina es excelente, ya sea para el desayuno, la comida o la cena, con productos locales y de su huerto.

Para comer. Aquí son muy típicas la sopa pobre denominada acquacotta y la polenta de castañas.

No te lo pierdas. La puerta de entrada al Borgo, la Porticciola, ofrece un punto único para admirar el paisaje que se extiende más allá del pueblo, con la estampa toscana del valle del río Fiora y de los montes Calvo y Labbro.

Texto: Marta Copeiro del Villar

Enclavada entre los Alpes Apuanos y los Apeninos tosco-emilianos (y muy próximo a Barga), el paisaje boscoso del entorno se enriquece con la vista armoniosa de esta pequeña localidad enrocada, con casas de colores cálidos y tejados rojizos y una torre campanario que rompe la altura media de sus construcciones y es su principal seña de identidad. Se trata de un vestigio de su pasado como fortificación que, con los años, pasó a convertirse en el campanario de su adyacente iglesia de San Miguel.

Dónde dormir. Recientemente reestructurada con mucho gusto, Alle Vigne es un bed & breakfast que ofrece un trato amigable y un alojamiento muy hogareño.

Para comer. La propuesta estrella son i tagliarini co’fagioli, es decir, tallarines con alubias, pero, ojo, hablamos de un plato invernal de cuchara. También sabrosos son sus cornocchi all’ortiga, un plato típico a base de salchichas, alubias y hojas de ortiga.

Consejos. Si viaja en agosto, no se pierda su Ferragosto (día 15), que celebra una Jornada Medieval con un cortejo histórico que acaba con una ofrenda a la virgen de la iglesia románica de San Martín.

Texto: Marta Copeiro del Villar

No llega a los mil habitantes este pequeño pueblo de piedra (formado por dos aldeas, Ortignano y Raggiolo) que presume de ser uno de los más bonitos de la Toscana. No tanto por sus monumentos y edificios nobles, pues a lo largo de las guerras los ha ido perdiendo, sino por su discreto y armonioso encanto. Corona una colina circundada de bosques de castaños que también están muy presentes en su Ecomuseo. Su único vestigio medieval es la fachada de la iglesia de San Miguel.

Dónde dormir. Beb Casole es un precioso bed & breakfast donde además de cama ofrecen degustaciones de productos típicos del valle Casentino.

Para comer. Las castañas son el producto estrella de esta localidad y de la zona, y con ellas se hacen platos típicos como la polenta de castañas con ricotta.

Enclave singular. El viejo puente del Usciolino, que con un solo arco atraviesa el río Teggina y ofrece desde su enclave un escenario de cuento de hadas.

Texto: Marta Copeiro del Villar

Fue fundado en 1299 siguiendo la estructura del típico castro romano y, como tal, crece con el objetivo de ser un puesto avanzado para la defensa de la república de Florencia, pero no por ello se descuidó ni un ápice su arquitectura. De esa época son, entre otros, su Palazzo Comunale, la Torre d’Arnolfo (fue quien diseñó la mayor parte del burgo) y sus murallas (hoy perdidas). La localidad es tan hermosa e idílica –crece en una meseta sobre las formaciones rocosas de areniscas características de esta zona, balze– que se dice que Leonardo la usaba de modelo en muchos de sus cuadros.

Dónde dormir. Rodeado de viñedos, el agroturismo Gravanella es perfecto para familias, incluidas las mascotas.

Para comer. En la Osteria Le Balze saben preparar las mejores viandas de la zona, con buenas carnes, embutidos, sopas y pasta.

Enclave singular. Más que un lugar es un recorrido de seis kilómetros llamado del Acqua Zolfina, que permite llevarse la postal de su naturaleza salvaje salpicada de roquedales de areniscas, viñedos y olivos. Y un poco más al norte se alcanza la antigua Via dei Setteponti, poco transitada y poblada de pequeñas iglesias románicas, castillos en ruinas y casas-torre.

Texto: Marta Copeiro del Villar

A dos pasos de las famosas termas de Saturnia, esta pintoresca localidad de piedra está sembrada de iglesias de todos los tamaños y estilos. Posee un triple cinturón amurallado que se fue construyendo a medida que fue creciendo (entre los siglos XIII y XV) y cambiando de manos entre las potentes familias de nobles toscanos. En su interior todo se ha conservado como si el tiempo se hubiera detenido hace más de 500 años. Es verdaderamente una joya.

Dónde dormir. El Podere della Santa Croce es un agroturismo cuyo nombre igual asusta a más de uno, pero, sin duda, es uno de esos alojamientos de los que cuesta irse.

Para comer. La especialidad del pueblo son sus tortelli di Montemerano, que llevan ricotta fresca, hierbas aromáticas, espinacas y, por supuesto, ragú de carne.

Enclave singular. La pequeña iglesia de San Jorge es el monumento religioso más importante de la Maremma toscana meridional, ricamente decorada con frescos, pinturas y estatuas a lo largo del siglo XV.

Texto: Marta Copeiro del Villar

Es pequeño y todo en él está concentrado, como sus excelentes vinos y su afamada trufa blanca. Antiguamente era lugar de paso en peregrinajes –la Vía Francígena– y dicen que de ahí le viene el nombre, de su buena hospitalidad. Hoy es escala en otra interesante ruta, la llamada Crete Senesi, caracterizada por las formaciones geológicas arcillosas del lugar. Esta materia prima es la responsable de los ladrillos tan típicos de esta zona y que se pueden ver en el mismo Ayuntamiento de Buonconvento.

Dónde dormir. Quarantallina es un agroturismo, un antiguo casale (algo así como una masía) de acogedora atmósfera, con piscina, campo y tranquilidad.

Para comer. En Da Mario, porque hasta los locales aseguran que en esta trattoria se cocina lo mejor del pueblo y muchos italianos peregrinan los fines de semana para probarlo.

No te lo pierdas. Su prominente cinturón amurallado del siglo XIV, de estilo claramente sienés y con únicamente dos puertas de acceso, la norte y la sur.

Texto: Marta Copeiro del Villar

Este pueblo marinero conoció su máximo esplendor bajo dominación española, en el siglo XVI, periodo en el que se amplió su fortaleza y se añadieron tres fuertes defensivos más. Armoniosa y coqueta, su visión desde el mar merece la pena. A su casco histórico, amurallado, se accede por una puerta gótica coronada por la llamada Torre del Reloj.

Dónde dormir. En Il Pellicano su postal es muy tentadora: un conjunto de seis villas donde se distribuyen sus suites con vistas al mar y un restaurante cuyo chef ostenta una estrella Michelin, además de Spa, piscina y una interesante bodega.

Para comer. Este pueblo es el lugar donde desquitarse tras comer carne a todas horas en las demás localidades toscanas. Aquí reinan las sardinas, y su versión más típica es en sopa.

No te lo pierdas. Es muy interesante visitar la Rocca Spagnola o Aldobrandesca, por sus vistas y por su museo interior lleno de la historia del lugar.

Texto: Marta Copeiro del Villar

Esta preciosa y minúscula localidad medieval se recorre a pie en un agradable paseo, como quien visita un museo de historia al aire libre. Su arquitectura muestra joyas como la iglesia de Santa María Mayor, el Palazzo Pretorio del siglo XIII, el renacentista Palazzo Bourbon-Del Monte, la casa natal del Papa Gregorio VII (de linaje Aldobrandeschi), el Palazzo dell’Archivio o la Rocca Aldobrandesca. Nada mal para un pueblecillo que no llega a los 500 habitantes y que también atesora raíces etruscas, como se puede ver en su necrópolis, una de las más hermosas de la Toscana.

Dónde dormir. Situado en un extremo del pueblo y envuelto de olivos, Sovana Hotel es una gran casa de campo reconvertida en agradable hotel rústico de cuatro estrellas.

Para comer. El buglione de cordero, que lleva romero, ajo, vino tinto DOC de Sovana, tomate y chile.

No te lo pierdas. El Duomo o catedral de los Santos Pedro y Pablo es uno de los ejemplos del románico gótico más importante de la Toscana; y el llamado Tesoro de Sovana, que está compuesto por unas 500 monedas de oro, del siglo V, encontradas durante unos trabajos en la iglesia de San Mamiliano. Se pueden contemplar en el museo de la iglesia.

Texto: Marta Copeiro del Villar

Desde tiempos inmemoriales la localidad de San Casciano dei Bagni ha sido asociada a las sulfúreas fuentes termales que propiciaron su fundación y desarrollo, como manda la costumbre toscana, sobre una colina circundada de verdes cipreses, robles y pinos que dan paso a elegantes bosques. De su centro destaca la iglesia de San Miguel Arcángel, la Colegiata de San Leonardo y su castillo, meca hoy de numerosas bodas entre las parejas de la región. Además de sus baños termales, cuenta con una Denominación de Origen tanto para su vino tinto –Chianti Colli Senesi– como para su aceite de oliva.

Dónde dormir. En un lugar así lo mejor es dormir directamente en el hotel con mejor acceso a sus baños termales, como Fonte Verde, un resort y Spa que ocupa un palacete renacentista muy bien mantenido.

Para comer. La especialidad del lugar es dulce y se llama ciaffagnoni, una especie de crêpe que se presenta con queso de oveja o, simplemente, con azúcar.

No te lo pierdas. Las vistas que desde la Piazza Metteotti se obtienen de la campiña toscana.

Texto: Marta Copeiro del Villar

En el mes de julio acoge un festival medieval; en agosto rinde honores, aunque fuera de temporada, al fungo porcino; en septiembre se dedica al Simposio di Bacco, cuya temática no necesita mayores presentaciones; y entre los meses de noviembre y diciembre se traslada de nuevo al Medievo para celebrar los productos de la tierra y sus tradiciones más seculares. Con vistas a la Costa Etrusca maremmana, una arquitectura muy armónica y de corte claramente medieval, la localidad parece dulce y perennemente anclada en este periodo.

Dónde dormir. En La Vivalda, en plena Val di Cornia, este agroturismo ocupa una antigua finca reestructurada con seis amplios apartamentos en torno a un bonito jardín con piscina.

Para comer. El jabalí manda y un buen lugar para degustarlo en cualquiera de sus salsas es la Osteria l’Ciocio.

No te lo pierdas. Visita alguna de sus excelentes bodegas, como la Cantina Petra, con una original arquitectura y tours guiados por sus viñedos y por el proceso de producción del vino.

Texto: Marta Copeiro del Villar

Situada entre el río Arno y las colinas que preceden a la montaña de Pratomagno, esta localidad está sembrada de iglesias de todos los tamaños y estilos, del románico al barroco, pasando por el gótico –muy poco extendido en tierras italianas– y el renacentista. Una de sus postales más típicas es la de sus casas medievales de piedra que cuelgan sobre el río Ciuffenna y su hermoso puente antiguo, también de piedra.

Dónde dormir. Para una experiencia de época hay que probar la Dimora Casa Eugenia. Sus orígenes datan del siglo XIV, pero ha sido meticulosamente restaurada y hoy luce muy barroca y suntuosa.

Para comer. Pasta fresca con trufa blanca, excelentes carnes y los famosos crostini di fegatini (tostas con hígado de pollo) son algunas de las especialidades de Il Cipresso, una apuesta por la calidad y la originalidad.

No te lo pierdas. La iglesia de San Pedro en Gropina, una obra maestra del románico y una de las más hermosas de la Toscana. Fue construida sobre otra de origen paleocristiana.

Texto: Marta Copeiro del Villar

La visión de su estético perfil ya cautiva desde lejos: una imponente ciudadela de piedra que corona la cima de una meseta volcánica. En su interior se despliegan estrechas callejuelas de piedra, escaleras y pasadizos excavados en la piedra volcánica. Fue feudo de la poderosa familia Aldobrandeschi y desde el siglo XVI se convirtió en el hogar de muchos judíos expulsados de otros rincones de Europa, de ahí su apelativo de Piccola Gerusaleme.

Dónde dormir. En pleno centro, un lugar con mucho encanto es La Casa degli Archi, con tan solo dos espaciosas habitaciones y que completa su oferta con otras suites repartidas en tres apartamentos.

Para comer. La trattoria La Chiave del Paradiso es la mejor opción para comer a cuerpo de rey por un precio moderado y en un ambiente cálido y muy toscano, amigable.

No te lo pierdas. Uno de los mejores vinos de la Maremma toscana se hace aquí, el Bianco di Pitigliano.

Texto: Marta Copeiro del Villar

Encuadrada entre las verdes colinas del norte toscano de Lucca y rodeada de cipreses, sus calles siguen la estructura de una telaraña donde conviven armoniosamente plazas y monumentos de los siglos XII al XIV, como sus puertas de acceso, su monasterio de las clarisas, el conservatorio de Santa Isabel, el Duomo, la iglesia barroca de Santa Annunziata, el palacio Pretorio, el de Balduini o los nobles de Bertacchi, Pieracchi y Mordini.

Dónde dormir. Il Melograno Nano se encuentra a escasos tres kilómetros del centro del pueblo y es como estar en un pequeño oasis de bienestar. Un bed & breakfast ecológico, sostenible y verde donde los haya.

Para comer. Scacciaguai, que literalmente significa desterrar a la mala suerte, en realidad atrae a muchos y buenos comensales debido a sus propuestas –a buen precio– tanto típicas como innovadoras, entre las que destaca su tarta de queso de mozzarella y tomate o su pasta hecha con harina de castañas.

Una curiosidad. Si le gustan las castañas, este es su lugar. En otoño cuenta con una fiesta propia y hasta el célebre poeta Giovanni Pascoli –muy unido a esta localidad– dedicó una poesía a este fruto.

Texto: Marta Copeiro del Villar

Situada al sur de Siena, en lo alto de una colina y rodeada de pinos y cipreses, dada su belleza y tranquilidad representa el pueblo toscano del imaginario colectivo. No extraña, por tanto, que desde los años 60 del siglo pasado sea muy deseado, como lugar de reposo vacacional, por numerosas personalidades italianas. Más allá de sus iglesias, palacetes y plazas, aquí se pueden visitar también interesantes bodegas y tiendas artesanales de productos gastronómicos –su aceite es renombrado–, cerámica, zapatos y joyas.

Dónde dormir. Sin duda, en la Locanda di Cetona, un exquisito bed & breakfast muy romántico y con una excelente ubicación.

Para comer. En la Osteria Vecchia da Nilo los clientes se rifan sus pici all’aglione, una pasta gruesa artesanal que lleva mucho ajo, cayena y tomate.

Una curiosidad. El último domingo de carnaval la gente se disfraza con trajes de época y máscaras, y asiste a un desfile de carros.

Texto: Marta Copeiro del Villar

Este pequeño burgo fortificado fue fundado con el nombre de Castel San Barnaba en un punto conocido como scarperia (zapatería), por estar a los pies del Apenino. Posee uno de los centros históricos más ricos de la zona del valle de Mugello, cerca de Florencia. En especial por su Palazzo dei Vicari, del siglo XIV, que recuerda al Palazzo Vecchio de Florencia. Presenta una forma de fortaleza en su cara externa y una estética más palaciega en su fachada orientada hacia la plaza central.

Dónde dormir. El Hotel dei Vicari hace honores al palacio más popular de la localidad, pero por lo demás es simplemente funcional, moderno y práctico.

Para comer. En la zona es muy apreciada la papa al pomodoro, un plato pobre pero delicioso y muy sencillo de copiar: espagueti con ajo, tomate y albahaca.

No te lo pierdas. Los cuchillos son su producto artesanal más renombrado desde tiempos remotos y todavía hoy supone una importante fuente de ingresos.

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